Su entusiasmo y ardor por la adoración al Santísimo y la profesión de la Primera Regla se proyectó a otras Comunidades. Y así, en 1953, las Comunidades de Ciudadela (Menorca) y la de Villarreal (Castellón) se lanzaron a estas dos empresas recibiendo de Roma los correspondientes rescriptos para comenzar la adoración permanente y profesar la Regla de Santa Clara. En el año 1954 se comenzaron a crear las Federaciones, a raíz de aparecer la Constitución Apostólica de Pío XII “Sponsa Christi”. Madre Clara fue elegida consejera de la naciente Federación de Cantabria donde bien pronto tuvieron eco sus ideales. En casi todos los monasterios de Clarisas y en algunos de Concepcionistas se implantó la adoración diurna del Santísimo. Y no sólo dentro de la demarcación federal sino en algunos otros monasterios de España y de Hispanoamérica.
Al erigir la Federación y crearse el Noviciado común se designó el Monasterio de Soria para una de las dos casas Noviciado de la Provincia cántabra. Nuestra casa en aquellos momentos no reunía las condiciones necesarias para Casa de formación. Madre Clara hubo de pensar en la construcción de un pabellón de nueva planta. Se lanzó a ello decidida, como siempre, confiando en la divina Providencia. Esta vez llegó a través de la familia Marqués Echevarría. Los gastos ascendieron a mucho más de lo previsto viéndose en la necesidad de hacer un préstamo de doscientas mil pesetas en un Banco. Esta deuda contraída en aquel momento crítico fue para Madre Clara causa de grandes sufrimientos por el contexto en que se desarrollaban los acontecimientos. En aquellos años esta cantidad se consideraba una suma importante. El pensamiento de que iba a hundir a la Comunidad siendo, como era, el cimiento sólido de la misma le atormentaba de forma terrible. A pesar de todo siempre descansaba en Dios “arrojando en Él todas sus preocupaciones” (1 P 5, 7) y no perdía la paz. Se mostraba en todo y con todos alegre, serena y ejemplar; y se llegó a cancelar la deuda. “La Providencia divina, ¡nunca falla!”.